Cuando arrendé Érase una vez en el Oeste, de Sergio Leone, sabía que me iba a gustar. Es una de esas películas místicas que uno se siente con el deber de ver, que ya en la carátula se ve que será algo grande. Algo importante. Y así lo fue. Fue amor a primera vista.La historia va así: Una mujer llamada Jill McBain llega de la ciudad al pueblo de Sweetwater a encontrarse con el hombre con quien se casó, y con quien empezará una nueva vida junto a su familia. Lo que ella no esperaba era que el hombre y su familia habian sido masacrados. Por otro lado, un misterioso hombre, Harmónica, llega también al pueblo buscando a un tal Frank. De aquí en adelante se dan una serie de conflictos entre los personajes, junto con la aparición de un bandido llamado Cheyene, recién escapado de la cárcel, y un secreto que aparece con la muerte del fallecido esposo de Jill.
La película es verdaderamente una obra maestra, es cine en su más puro estado, un diamante. Un western que sobrepasa las barreras del western y llega casi a niveles cine-artísticos.
El guión, a cargo del mismísimo Leone, Bernardo Bertolucci y Dario Argento, es de una riqueza inigualable. Para ser una película de casi tres horas tiene poco diálogo, pero cada línea es acertadísima e increíble. Ésto es importante, ya que el film se centra mucho en la imagen, en lo visual, maravillosamente, dejando a veces de lado el diálogo, pero sacándolo exitósamente cuando se debe. Como alguien que habla poco pero cada cosa que dice es importante. La grandeza de las palabras.
Las interpretaciones son otro gran punto en la obra. Cada actor está perfecto en su papel. Claudia Cardinale deslumbra como Jill, mientras Charles Bronson nunca estuvo mejor en un papel como Harmonica. Mención aparte el simpático y romántico Cheyene interpretado por Jason Robards, y la brillante elección del siempre niño bueno americano Henry Fonda, haciendo ahora del despiadado Frank, uno de los mejores villanos del cine.
La película pasa de un western, como decía antes, pasando al nivel filosófico, analisis histórico y la miticidad del mito del oeste y del hombre, la muerte de éste y la llegada de la modernidad, del capitalismo, el mito de la mujer como figura mística, musa, hasta interpretaciones de la figura de la muerte en Harmonica.
Y dejo al final la música, a cargo de Ennio Morricone, que compuso una verdadera ópera, creando una banda sonora que se basa en 4 temas, uno para cada personaje, y mezclandolos a traves de la película. Una maravilla.
En fin, hay tanto que decir de esta obra maestra, que necesitaría un libro con varios tomos para seguir alabandola y diciendo cuanto la amo y porque es mi pelicula favorita, pero mejor veanla ustedes y juzguen. Hay que decir que no es una película rápida, es mas bien lenta, pero no en el mal sentido, sino que tiene el ritmo de una pelicula de samurais, reflexiva, se toma su tiempo para mostrar su grandesa, al más puro estilo Kurosawa. Ojo con el descenlace final, quizás la mejor escena jamás filmada en la historia del cine.
Vea Once upon a time in the West, no se arrepentirá.
La película es verdaderamente una obra maestra, es cine en su más puro estado, un diamante. Un western que sobrepasa las barreras del western y llega casi a niveles cine-artísticos.
El guión, a cargo del mismísimo Leone, Bernardo Bertolucci y Dario Argento, es de una riqueza inigualable. Para ser una película de casi tres horas tiene poco diálogo, pero cada línea es acertadísima e increíble. Ésto es importante, ya que el film se centra mucho en la imagen, en lo visual, maravillosamente, dejando a veces de lado el diálogo, pero sacándolo exitósamente cuando se debe. Como alguien que habla poco pero cada cosa que dice es importante. La grandeza de las palabras.
Las interpretaciones son otro gran punto en la obra. Cada actor está perfecto en su papel. Claudia Cardinale deslumbra como Jill, mientras Charles Bronson nunca estuvo mejor en un papel como Harmonica. Mención aparte el simpático y romántico Cheyene interpretado por Jason Robards, y la brillante elección del siempre niño bueno americano Henry Fonda, haciendo ahora del despiadado Frank, uno de los mejores villanos del cine.
La película pasa de un western, como decía antes, pasando al nivel filosófico, analisis histórico y la miticidad del mito del oeste y del hombre, la muerte de éste y la llegada de la modernidad, del capitalismo, el mito de la mujer como figura mística, musa, hasta interpretaciones de la figura de la muerte en Harmonica.
Y dejo al final la música, a cargo de Ennio Morricone, que compuso una verdadera ópera, creando una banda sonora que se basa en 4 temas, uno para cada personaje, y mezclandolos a traves de la película. Una maravilla.
En fin, hay tanto que decir de esta obra maestra, que necesitaría un libro con varios tomos para seguir alabandola y diciendo cuanto la amo y porque es mi pelicula favorita, pero mejor veanla ustedes y juzguen. Hay que decir que no es una película rápida, es mas bien lenta, pero no en el mal sentido, sino que tiene el ritmo de una pelicula de samurais, reflexiva, se toma su tiempo para mostrar su grandesa, al más puro estilo Kurosawa. Ojo con el descenlace final, quizás la mejor escena jamás filmada en la historia del cine.
Vea Once upon a time in the West, no se arrepentirá.
